viernes, 18 de mayo de 2012

La imagen plana

Cuando estudiaba arte en la universidad, siempre fui negada para la tridimensionalidad. Cada vez que me pedían proyectos de escultura me terminaba dando cuenta de que mis trabajos estaban pensados para 2D. Quizás es que mi cabeza está hecha para eso (o probablemente sólo es que no le dediqué el tiempo necesario). Por el contrario, lo que siempre me gustó de la pintura y la ilustración es que en ellas se trabaja con imágenes planas, con ancho y alto, pero sin una profundidad real.

Desde que se inventó la herramienta de la perspectiva en el Renacimiento, muchos gráficos se han dedicado a trabajar las imágenes generando la ilusión de profundidad. Sin embargo, por muchos años el uso de esta herramienta no fue un “requisito” (aún cuando hoy en día tampoco lo es), porque sencillamente no se le necesitaba. A mi parecer, los maestros en este ámbito son los artistas de la Edad Media. Tanto pintores, grabadores, ilustradores y creadores de vitrales trabajaron la imagen de manera plana, sin intención de generar profundidad. Esta motivación nacía del hecho de que la imagen no buscaba ser una representación fiel de la realidad, sino que tenía fines mucho más prácticos e incluso didácticos. A mi juicio, se podría decir que se utilizaba la imagen de manera más honesta, dejando en evidencia sus limitantes y convirtiéndolas en sus ventajas.
Considerando esto, una de mis imágenes favoritas es esta ilustración de la Jerusalén Celeste, ciudad que es nombrada en el libro cristiano del Apocalipsis como una estructura que desciende desde el cielo en el día del Juicio Final.

Tenía un muro grande y alto, con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Tres puertas al oriente, tres puertas al norte, tres puertas al sur, tres puertas al occidente. El muro de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Apocalipsis 21, 12-14

Lo que me encanta de esta ilustración es cómo el autor, más allá de intentar dar la sensación de una estructura real, lo que busca es explicar cómo es: tiene doce puertas que van de 3 en 3 y orientadas hacia cada uno de los puntos cardinales. No tiene problema con representar la imagen de la ciudad vista desde arriba con los muros abatidos como si fuera una estructura plana. Para nosotros, el día de hoy, podría resultar una imagen difícil de leer, ya que estamos tan condicionados por la herencia renacentista que tratamos de buscar puntos de fuga y estructuras en perspectiva para interpretarla, sin embargo a sus contemporáneos les resultaba clara y evidente.

Sin embargo, más allá de lo que ocurrió en el siglo VIII, me parece interesante cómo este tipo de imágenes nos recuerdan que la forma de trabajar con grafica es infinita y que cada estrategia tiene sus propias cualidades. En la película animada The Secret of Kells (2009), como parte del sustento conceptual de la historia desarrollada en una aldea amurallada, se crea una gráfica que toma muchos elementos de la referencia medieval.

Un claro ejemplo de esto es cuando nos vemos enfrentados a numerosas escenas en que el escenario se nos presenta desde una vista cenital, pero los personajes son vistos de manera lateral. Esta decisión no es arbitraria, ni mucho menos un error, sino que más bien responde a un modo de situarnos en un momento histórico, y dotar a la película en general de una atmosfera única y particular, estrechamente relacionada con el contexto en que ocurre.
Lo que me parece más conmovedor es que, en una época en que el 3D se ha vuelto casi un must para la realización de películas de animación, hay quienes nos recuerdan que las imágenes son planas y nos lo hacen evidente, con todas las posibilidades que eso implica, ya que podemos crear universos nuevos y con una personalidad única e irreal. Para lo demás, está la realidad tangible.

jueves, 3 de mayo de 2012

Capas de sentido

Hace unos días, navegaba por internet y en un blog me encontré con una bellísima ilustración de Sailor Venus (personaje protagónico del manga y animé Sailor Moon). Obviamente me detuve a mirarlo porque hasta el día de hoy me encanta de la serie y a los 12 años pasé horas y horas sentada frente al televisor esperando un nuevo capítulo. Si bien había muchas ilustraciones y fan art de la serie, me detuve en ésta ya que me pareció que era muy rica visualmente: la línea irregular, la proporción y el movimiento eran muy particulares. Después de un rato me di cuenta de que había algo en la forma de pararse y en la forma de su falda que me eran sumamente familiares. La mirada, la posición de las manos y los pies me recordaban algo, pero no sabía qué. Estuve un rato dándole vueltas hasta que de repente PUM! Lo vi. La imagen era una cita directa a una de las esculturas más conocidas del pintor (y sí, también escultor) Edgar Degas.

Izquierda: Ilustración de Jake Wyatt
Derecha: "Pequeña bailarina de 14 años" de Edgar Degas

La escultura es la figura de una bailarina que forma parte de los estudios que Degas realizaba para sus trabajos; “El dibujo es una forma de pensar, modelar es otra” decía. Originalmente, las realizaba en cera y luego algunas fueron vaciadas en bronce. Se presume que muchas veces las construía debido a que tenía problemas a la vista que no le permitían captar con precisión lo que podía ver en los ensayos o en el escenario. Esta escultura en particular es muy especial, ya que si bien la figura está hecha en bronce, el tutú y el lazo del pelo son de tela, generando un contraste material muy delicado y sugerente. Además, es la única escultura que Degas exhibió en vida.

En seguida me pareció muy interesante la relación que el ilustrador Jake Wyatt estableció entre un dibujo tan contemporáneo, proveniente de una cultura pop como es el animé y el manga, y una figura del arte clásico. De alguna forma, aún sin conocer la escultura de Degas, la ilustración tiene una contundencia que es dada por la referencia que contiene. He ahí la importancia de la biblioteca visual que podemos tener en nuestra cabeza (o en nuestro estante de libros). Conocer, mirar y entender otras imágenes nos ayuda a sumar capas de sentido a nuestras propias creaciones. Al ver la historia del arte, nos damos cuenta de que es algo que se ha hecho desde el inicio de la realización de imágenes, por ende, como ilustradores o creadores de gráfica, es una herramienta de la que disponemos para otorgar un sentido adicional a nuestras propias imágenes. Sumar capas de contenido solo hará nuestro trabajo más interesante y captará la atención de quien lo vea por más tiempo.

A su vez, conocer y saber de las imágenes del pasado nos permite desenmarañar la madeja y poder darnos cuenta que una imagen puede ser como un libro abierto, lleno de historias y significados por descubrir.