martes, 25 de septiembre de 2012

El que mira

Ilustración de Ric Grasso para Everywoman's magazine (1951)

Una de las razones por las que siempre me ha gustado mirar imágenes es que si bien nos comunican ideas, algunas se hacen de manera directa y otras no. Siempre hay cosas evidentes, y otras ocultas (creo que ya he hablado bastante de eso en mis post anteriores). Ya sea que estas fueran puestas de manera intencional o no por quien crea la imagen, es el rol del espectador el que consiste en desenmarañar lo que está observando.

En ese sentido, creo que las imágenes más interesantes son aquellas que te llaman a verlas una y otra vez, ya que puedes ir descubriendo cosas nuevas en ellas constantemente. Hay muchos ilustradores y artistas que trabajan escondiendo un significado dentro de lo evidente, ya sea por los elementos que aparecen, el uso del color, la cita de obras antecedentes, etc. Qué es lo que se revela y de qué manera, puede determinar el punto de vista del mensaje que se entrega. Por eso es tan fascinante tanto ser creador como ser espectador. El que hace y el que mira son sujetos activos frente a la imagen. Quién no ha mirado una imagen, ya sea de un cuadro, un libro o quizás hasta un estampado de papel mural y ha imaginado historias o personajes en base a ellas. Cuando era chica, estando en cama, enferma, me acuerdo de haber imaginado historias entre los personajes estampados en las sábanas.

Sin embargo, lo más interesante de esto es que como espectadores no solo tenemos que plantarnos frente a las imágenes sino que, poco a poco, tenemos que aprender a mirar. Dilucidar, inferir e imaginar en base a lo que se nos entrega es crucial. A veces, el conocimiento nos puede ayudar a leer una imagen (sobretodo al revisar la historia del arte), pero la mayoría de las veces solo basta con detenerse un segundo, observar y pensar frente a ella.

"El acuerdo de matrimonio", de la serie El matrimonio a la moda (1743) William Hogarth

Un excelente ejemplo es la serie El matrimonio a la moda de William Hogarth. La serie de pinturas corresponden a una satírica crítica social de la época. Es bastante ilustrativa y evidente, sin embargo es interesante recorrer la imagen encontrando diversos elementos que apoyan el mensaje. En esta imagen, la primera de la serie, vemos a los padres que acuerdan el contrato de matrimonio, mientras los futuros novios ni siquiera se miran. En segunda instancia vemos que en el primer plano se nos presenta un par de perros encadenados por sus cuellos (alusión evidente al compromiso) y en el fondo, junto a la serie de pinturas, vemos una cita a la medusa que observa horrorizada esta escena, gritando.

Lo mejor de estar del lado del creador es que uno puede disponer de todos esos elementos para dar cuenta de algo. Congelar un momento, comenzar un relato, describir un personaje, añadir un sentido, etc. Pero todo eso no tendría sentido si no hubiese alguien, un externo, que se va a enfrentar a esa imagen.

Por eso nunca hay que dejar de observar, de mirar, de alimentar el proceso de observación ya que, poco a poco, nos vamos dando cuenta que una imagen puede ser tan rica como un libro abierto.

Ilustración de Ric Grasso para Everywoman's magazine (1951)

viernes, 18 de mayo de 2012

La imagen plana

Cuando estudiaba arte en la universidad, siempre fui negada para la tridimensionalidad. Cada vez que me pedían proyectos de escultura me terminaba dando cuenta de que mis trabajos estaban pensados para 2D. Quizás es que mi cabeza está hecha para eso (o probablemente sólo es que no le dediqué el tiempo necesario). Por el contrario, lo que siempre me gustó de la pintura y la ilustración es que en ellas se trabaja con imágenes planas, con ancho y alto, pero sin una profundidad real.

Desde que se inventó la herramienta de la perspectiva en el Renacimiento, muchos gráficos se han dedicado a trabajar las imágenes generando la ilusión de profundidad. Sin embargo, por muchos años el uso de esta herramienta no fue un “requisito” (aún cuando hoy en día tampoco lo es), porque sencillamente no se le necesitaba. A mi parecer, los maestros en este ámbito son los artistas de la Edad Media. Tanto pintores, grabadores, ilustradores y creadores de vitrales trabajaron la imagen de manera plana, sin intención de generar profundidad. Esta motivación nacía del hecho de que la imagen no buscaba ser una representación fiel de la realidad, sino que tenía fines mucho más prácticos e incluso didácticos. A mi juicio, se podría decir que se utilizaba la imagen de manera más honesta, dejando en evidencia sus limitantes y convirtiéndolas en sus ventajas.
Considerando esto, una de mis imágenes favoritas es esta ilustración de la Jerusalén Celeste, ciudad que es nombrada en el libro cristiano del Apocalipsis como una estructura que desciende desde el cielo en el día del Juicio Final.

Tenía un muro grande y alto, con doce puertas, y en las puertas doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Tres puertas al oriente, tres puertas al norte, tres puertas al sur, tres puertas al occidente. El muro de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Apocalipsis 21, 12-14

Lo que me encanta de esta ilustración es cómo el autor, más allá de intentar dar la sensación de una estructura real, lo que busca es explicar cómo es: tiene doce puertas que van de 3 en 3 y orientadas hacia cada uno de los puntos cardinales. No tiene problema con representar la imagen de la ciudad vista desde arriba con los muros abatidos como si fuera una estructura plana. Para nosotros, el día de hoy, podría resultar una imagen difícil de leer, ya que estamos tan condicionados por la herencia renacentista que tratamos de buscar puntos de fuga y estructuras en perspectiva para interpretarla, sin embargo a sus contemporáneos les resultaba clara y evidente.

Sin embargo, más allá de lo que ocurrió en el siglo VIII, me parece interesante cómo este tipo de imágenes nos recuerdan que la forma de trabajar con grafica es infinita y que cada estrategia tiene sus propias cualidades. En la película animada The Secret of Kells (2009), como parte del sustento conceptual de la historia desarrollada en una aldea amurallada, se crea una gráfica que toma muchos elementos de la referencia medieval.

Un claro ejemplo de esto es cuando nos vemos enfrentados a numerosas escenas en que el escenario se nos presenta desde una vista cenital, pero los personajes son vistos de manera lateral. Esta decisión no es arbitraria, ni mucho menos un error, sino que más bien responde a un modo de situarnos en un momento histórico, y dotar a la película en general de una atmosfera única y particular, estrechamente relacionada con el contexto en que ocurre.
Lo que me parece más conmovedor es que, en una época en que el 3D se ha vuelto casi un must para la realización de películas de animación, hay quienes nos recuerdan que las imágenes son planas y nos lo hacen evidente, con todas las posibilidades que eso implica, ya que podemos crear universos nuevos y con una personalidad única e irreal. Para lo demás, está la realidad tangible.

jueves, 3 de mayo de 2012

Capas de sentido

Hace unos días, navegaba por internet y en un blog me encontré con una bellísima ilustración de Sailor Venus (personaje protagónico del manga y animé Sailor Moon). Obviamente me detuve a mirarlo porque hasta el día de hoy me encanta de la serie y a los 12 años pasé horas y horas sentada frente al televisor esperando un nuevo capítulo. Si bien había muchas ilustraciones y fan art de la serie, me detuve en ésta ya que me pareció que era muy rica visualmente: la línea irregular, la proporción y el movimiento eran muy particulares. Después de un rato me di cuenta de que había algo en la forma de pararse y en la forma de su falda que me eran sumamente familiares. La mirada, la posición de las manos y los pies me recordaban algo, pero no sabía qué. Estuve un rato dándole vueltas hasta que de repente PUM! Lo vi. La imagen era una cita directa a una de las esculturas más conocidas del pintor (y sí, también escultor) Edgar Degas.

Izquierda: Ilustración de Jake Wyatt
Derecha: "Pequeña bailarina de 14 años" de Edgar Degas

La escultura es la figura de una bailarina que forma parte de los estudios que Degas realizaba para sus trabajos; “El dibujo es una forma de pensar, modelar es otra” decía. Originalmente, las realizaba en cera y luego algunas fueron vaciadas en bronce. Se presume que muchas veces las construía debido a que tenía problemas a la vista que no le permitían captar con precisión lo que podía ver en los ensayos o en el escenario. Esta escultura en particular es muy especial, ya que si bien la figura está hecha en bronce, el tutú y el lazo del pelo son de tela, generando un contraste material muy delicado y sugerente. Además, es la única escultura que Degas exhibió en vida.

En seguida me pareció muy interesante la relación que el ilustrador Jake Wyatt estableció entre un dibujo tan contemporáneo, proveniente de una cultura pop como es el animé y el manga, y una figura del arte clásico. De alguna forma, aún sin conocer la escultura de Degas, la ilustración tiene una contundencia que es dada por la referencia que contiene. He ahí la importancia de la biblioteca visual que podemos tener en nuestra cabeza (o en nuestro estante de libros). Conocer, mirar y entender otras imágenes nos ayuda a sumar capas de sentido a nuestras propias creaciones. Al ver la historia del arte, nos damos cuenta de que es algo que se ha hecho desde el inicio de la realización de imágenes, por ende, como ilustradores o creadores de gráfica, es una herramienta de la que disponemos para otorgar un sentido adicional a nuestras propias imágenes. Sumar capas de contenido solo hará nuestro trabajo más interesante y captará la atención de quien lo vea por más tiempo.

A su vez, conocer y saber de las imágenes del pasado nos permite desenmarañar la madeja y poder darnos cuenta que una imagen puede ser como un libro abierto, lleno de historias y significados por descubrir.

domingo, 15 de abril de 2012

La imagen es lenguaje

A lo largo de toda la historia, el desarrollo del hombre se ha visto acompañado del desarrollo de las imágenes. Desde las pinturas de las cavernas hasta el sin fin de medios que se nos presentan hoy en día como soportes para éstas (videos, revistas, afiches, ropa, web, etc). Sin embargo,lo que las imágenes han guardado en común es un objetivo concreto: la entregade un mensaje.
Si pensamos en los egipcios, esto se hace evidente ya que la imagen era parte importante de su lenguaje escrito. Las ilustraciones que decoraban sus paredes (en su mayoría tumbas) narraban historias completas, primordialmente relacionadas con la muerte y el viaje a la otra vida.

Escena de el libro de los muertos, h. 1285 a.C.

Si avanzamos a los retratos del siglo XVII, también podemos darnos cuenta de esto, ya que no solo se trata de reproducir la apariencia de alguien, sino que la imagen nos da cuenta de quién es dicho personaje retratado. Es más, el solo hecho de inmortalizar un ser humano evidencia la importancia de permanencia a través de la imagen, que se convierte en parte del mensaje mismo.

Autorretrato (h.1661), 114 x 94 cm., Rembrandt

Leyendo un libro que compré hace poco me encontré con la siguiente cita de André Malraux “Uno no puede crear un arte que hable a los hombres si no tiene nada que decir”. Al pensar en tener algo que decir, no creo que Malraux se refiera a grandes y trascendentales ideas, sino que más bien a ser fieles a nosotros mismos y comunicar nuestras preocupaciones, inquietudes o apreciaciones con respecto al mundo, la vida y el día a día (o al menos a mí me gusta verlo de ese modo). Por ende es algo que debemos tener en cuenta tanto al realizar imágenes como al leerlas.

Cuando creamos una imagen, creamos lenguaje. Cada elemento que integramos o dejamos fuera habla de lo que decimos, transmite una idea.
Todos tenemos algo que decir, ya que todos tenemos intereses, reflexiones, inquietudes, lo importante es que, si creamos imágenes, debemos ser conscientes de aquello que queremos decir, o al menos de aquello que estamos diciendo con las imágenes que creamos. No siempre tiene que ser un mensaje claro y directo, puede ser sugerente y ambiguo, sin embargo esto ya es parte del mensaje mismo. Por ejemplo, la publicidad es una disciplina que busca como uno de sus principales objetivos ser directa y de fácil lectura. Por su parte, las artes visuales buscan crear mensajes mucho más complejos y con variadas capas de lectura, lo que exige al espectador una mirada más cautelosa y reflexiva. El caso de la ilustración me parece particularmente interesante ya que puede pasearse por estos dos extremos, y experimentar a través del espectro intermedio. Dependiendo del propósito con que ha sido creada, la ilustración se permite jugar con el modo en que se articula el lenguaje y cómo entrega su mensaje.

No hay fórmulas o normas establecidas para articular un lenguaje visual, es nuestra tarea aprender a utilizar las herramientas de las que disponemos y, a su vez, decodificar las imágenes que los demás nos presentan.

Ilustración de Dan Lawler